Un día más atrás, Germán y su hermana accedieron tan amablemente a revisarme y medicarme (un hermoso gesto también de parte de ella) y yo extrañé a mi madre y se lo hice saber. Las atenciones de Perla y Germán, los mensajes de varios amigos (Cynthia, Teo, Elsa, Gina, Olivia, Andrea, Anaid, Raybel...) y el apoyo siempre constante de papá me dejaron ver que no estoy en absoluto sólo, que sin ellos (a decir de Andrea) pudo haber sido mucho peor. Ulises y Manuel se han mantenido al pendiente y al cuidado de mí (Valente, en algunos casos) y, al final, yo no puedo estar lleno de otra cosa que no sea gratitud.
A todos ellos, les estoy eternamente agradecido, incluso a la abuela Emilia... sobre todo a ella, pero esas vivencias son harina de otro costal. Otra de las situaciones en las que ni todas mis palabras junto a sus posibles significados serán suficientes.
Han sido pocos los días de encierro en casa (aún), pero han sido muy buenos para pensar y poner en tela de juicio todo aquéllo que la "buena" salud no me había dejado ver. Y ¡vaya!, ¿quién lo diría?, las flores de mayo están siendo, finalmente, las conclusiones de esos pensamientos y la advertencia clara de que yo estaría marchito sin la familia y mis amigos... ah, y (como mi abuela) sin la luz de una ventana, para verlos llegar...
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