Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



18 jun 2011

El Piano y la Matemática


"Please don’t shoot the piano player. He is doing his best.”

Desde inicios de la carrera (la carrera de resistencia que estudiamos) escuché los rumores de que la Música y la Matemática son especímenes amigables, uno con el otro, que pueden hallarse con frecuencia en los cerebros de la gente del gremio. Tomé conciencia de su certeza cuando lo leí en el bello librito De aquí al infinito, recuerdo en simbiosis con los primeros encuentros en Lógica con Él, que además de matemático es pianista, en quien esta combinación es tangible, esa alma grande que me honró con el reclamo de no tener una nota para sí en este cuaderno.

Como ordenando notas en una caja grande, me he puesto a enumerar lo que me ha dejado. En el fondo encontré sus llamadas a resolver los problemas juntos (una disposición difícil de encontrar entre el egoísmo de la mayoría de los compañeros), el bueno humor, la observación de su propia persona, llamaron mi atención. Ni qué decir de las múltiples facetas de su vida que me dejó ver al volvernos amigos, los cafés, el tabaco menguante en sus pulmones, los días de lluvia en su salón de clase en la sala Ollín Yolliztli, el primer concierto que le escuché ('cosita de nada', ¡Beethoven! en el Centro Nacional de las Artes) cuando su graduación de piano, el sufrir con el tema de tesis en números que yo también padecí...

Puse pinzas a los recuerdos de cada ámbito: los parecidos juntos, los coloridos por otro, las fotografías en una caja aparte. Me puse a contemplar lo que su amistad ha significado para mi vida, lo mucho que me ha dejado aprender de su persona con tan sólo observarle y abrirle bien mis oídos... y me empezó a doler la despedida. La palabra 'abandono' no me gusta aquí, es mejor decir 'lejanía'. Porque, vaya, aprender a tocar el piano con él también hubiese sido memorable.

Luego, el terreno común entre él y yo de los amores frustrados, de las mujeres que no le valoran. Las pláticas que más disfruté y por las que más le recuerdo... el café que hace semanas tenemos pendiente sobre un tema que ambos aún no comprendemos. Es por ello que, al traer en mente tanto tiempo la mejor forma de escribirle este texto, recordé la anécdota de Wilde cuando visitó una cantina en Estados Unidos, donde alguien había puesto el letrero "Favor de no disparar sobre el pianista" a los vaqueros que ignorantes, poco sensibles, faltos de entendimiento y con pistola en mano, maltrataban al que dilucidaba la música desde sus manos posadas sobre el marfil. Los vaqueros, al igual que aquéllas mujeres de nuestras conversaciones, con muchas espinas.

(Pero, ¿sabes?, lo anterior es comprensible, ello me alegra, porque tú, como todas las almas grandes, estás lejos de la mayoría, conoces de ti lo que la mayor parte de personas ignora de sí misma... y la gente le teme a lo desconocido.)

Fotografía de Jana Dozal.

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