Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



10 feb 2010

¿A dónde va la luz cuando se va?


De nuevo en la Ciudad de México, junto a Diego y con la garganta cerrada... ¡Ah, y sin luz! Ha llovido por la tarde, una lluvia triste y poco densa, que seguramente fue la culpable de nuestra falta de energía eléctrica. Tengo frío, pero estamos en paz. No se oye más que los autos por la calle, el murmullo de la tetera de Ulises en la estufa y el tenue calor de la vela encendida (el calor también puede oírse, cada que se desprende de la parte azul de la llama).

Es extraño, uno advierte lo mucho que depende de la energía eléctrica cuando ésta hace falta: nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido, muy al lugar el refrán. Tanto así es, que por un momento pensé que no podría calentarme agua para el café porque no hay luz, vaya estupidez.

Desde niño han sido divertidas las noches a oscuras. Papá nos platicaba las historias de fantasmas, de apariciones, de La Llorona, El Cadejo, El Sombrerón, los señores perdidos en las milpas, los sembradíos, señores que sus familias jamás los volvieron a ver… Papá siempre nos habló de su niñez, del viaje que hacía el café de su hermano desde manos de mamá Rosario hasta la subestación eléctrica en Comitán, de los pies peludos que pareció ver bajo una puerta, del perro grande y peludo que rondaba el cuarto negro aquella noche en que durmió sobre costales de azúcar, de los monstruos amorfos que se le aparecían por el camino de terracería que reflejaba la luz de la luna, de lo que a él lo asustaba a los 6 o 7 años.

La oscuridad nos ha devuelto el cielo, de ello no me queda duda. Voltear hacia él es como mirar hacia el centro, hacia el fondo translúcido, ojos grandes de mujer. El cielo nocturno, con todo y su costal de estrellas, hace que goteen otras noches memorables: luna llena sobre el puente Chiapas, luna blanca sobre los tejados de Comitán, noches de besos a escondidas, de ilusiones rotas... noches de dolor de estómago, noches insípidas y largas. Regreso. Hoy. Esta noche, en la penumbra, uno vive a la luz del corazón abierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escriba aquí sus opiniones.