Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



26 ago 2010

El Diablo chocó la bicicleta

El Diablo no sabía andar en bicicleta (sí, leyó bien, el Diablo, no un chivo). Erraba por el camino dando tumbos, evitando rocas, poniendo énfasis en el ánimo cuando se hallaba cuesta arriba, dejándose llevar cuando iba hacia suelo más bajo. Mientras tanto, hablaba consigo mismo sobre problemas innecesarios, dificultades a superar y las mieles del éxito y los placeres, respectivamente.

Se treparon en ella vaya usted a saber cuántos demonios, vaya usted a contar los baches, los topes, las enredaderas arrancadas del suelo, los perros que huyeron tras él... En fin, el Diablo chocó la bicicleta y se desmayó. Sucio, aletargado, dolorido, logró apoyarse en sus piernas y esperó a que terminara el espasmo... y decidió viajar a pie. ¿Las razones?, contemplaba mejor el mundo, planeaba nuevas maldades, destilaba azufre por los caminos... pero pensó en conseguir una nueva.

Desde entonces yo (un Diablo muy parecido al del cuento), me mantengo en modo a prueba de errores.

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