
Llegó a la ciudad. Recibí la noticia y corriendo llegué por él. Me alegró sobremanera verlo cruzar la calle y caminar hacia mí: su imagen muy semejante a como le recuerdo, pero de plata salpicada la barba y una que otra cana traviesa también en el cabello. Más delgado, más tranquilo y más dueño de sí mismo que hace unos años. El Diablo mayor, junto a toda su autoridad y severidad, vino a visitarme. Y me hizo mucho bien, como sólo puede hacerlo su aura amorosa, bien intencionada, como sólo es capaz esta alma que lleva más tiempo que yo en este mundo. "Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo" dicen siempre, "hijo de tigre, pintito" el refrán que le llegó a la memoria a esta astilla de tal palo.
Muchas palmadas en la espalda, abrazos fuertes. Su olor, su cabello crespo, la piel morena en la fortaleza de sus manos, los zapatos gastados de mucho transitar por el camino. Me sacó del embrollo en el que vivía, quitó las impurezas de mis pensamientos, tiró mi pesadumbre a la basura y sus palabras arrojaron luz en mis puntos oscuros. Le amé como siempre, con ternura, con cariño, con ese amor filial que ahora da más sentido a mi vida.
Siempre se le llenan de felicidad a uno los ojos al tenerle entre brazos. Uno agradece a [ponga aquí su ídolo favorito] tener codo a codo a un hombre así de sabio. Siempre es bueno platicar con papá.
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