Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



16 abr 2011

Las vacaciones y los caminos propios

Una sola pregunta, pero muy complicada: en una situación de la vida diaria muy concreta, ¿qué razones tenemos para hacer las cosas?... es decir, ¿cuál es el motivo de nuestro proceder? Inicié haciéndomela para el asunto del estudio de las Matemáticas y me sorprendió lo que vi: hurgué en mis gustos, mis manías, los estereotipos, la necesidad de reconocimiento algunas veces... y advertí que perseguía ciertas ideas por imitación, no porque estuviesen de acuerdo conmigo mismo, como lo estuvieran si hubieran sido conocimiento obtenido al caminar por mi propio camino, al inventarme mis propias soluciones. Volví la vista atrás y revisé la parte del camino que había inventado yo: fue la solución a un problema. La curiosidad durante los primeros años de la licenciatura me llevó de la mano por senderos que ahora ya conozco y que recuerdo con cariño, pero me extravié. Comencé, pues, en estas vacaciones, a dejar a sus anchas de nuevo a mi curiosidad, pero varias cosas me detuvieron: las personas incómodas, ideas rancias, los prejuicios, los andamios de la construcción de viejas soluciones que aún no había retirado. El viejo cliché de la ciencia había advertido: "nunca pierdas la santa curiosidad".

Pinté una línea fronteriza (ya más visible para mí) entre el mundo exterior (la gente, en general) y mi individualidad, muy selectiva a las migraciones. Me armé de valor y, a falta de palabras dulces que me satisfagan más, me dio por mandar mucho a la chingada lo mismo los falsos amigos que la gente hipócrita que visita a este nopal solamente cuando tiene tunas, los individuos oportunistas y aquellos a los que, según sus mentiras, tenían buenas intenciones conmigo. Me dejé llevar... y me dejé llevar... Ahora tengo nuevos planes, nuevas rutas, que se unen al polvo pisado por mi descubrimiento de los primeros años: el regreso a algunos viejos amores (hablando de temas de "ciencia"). Y, vaya, no cabe en mí la alegría de ver a mi familia nuclear reunida en mi casa, conmigo, junto a mí... y un amor en pausa a pocos kilómetros de aquí (sí, mujer, en esta parte, hablo de ti y de nuestra oportunidad).

Me siento fuerte, desde luego. Inevitablemente, me siento libre... orgulloso de esta "mi solución" a mi vida, de mis propios caminos.

Borges decía que sólo él sabía leer entre líneas los mensajes que para sí mismo había dejado en su obra. Y después de mucho pensarlo, quise hacer mi humilde intento para mí. Así me digo en este texto el mensaje, supongo que solamente yo lo sabré leer.

- o -

"He aquí lo que este libro quiso ser. He ahí lo que el autor supone haber conseguido un poco. Tome el lector las páginas siguientes como reto y como invitación. Viaje según su proyecto propio, dé mínimos oídos a la facilidad de los itinerarios cómodos y de rastro pisado, acepte equivocarse en la carrera y volver atrás, o, al contrario, persevere hasta inventar salidas desacostumbradas al mundo. No tendrá mejor viaje. Y, si se lo pide la sensibilidad, registre a su vez lo que vio y sintió, lo que dijo u oyó decir. En fin, tome este libro como ejemplo, nunca como modelo. La felicidad, sépalo el lector, tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno de ellos. Entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo."

José Saramago, Viaje a Portugal.

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