Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



27 ago 2011

He buscado

la tranquilidad de un estudio. La idea de paz se me ha adherido a la imagen de Rubén animoso, con fuerzas de juventud en la espalda, en un estudio fresco, iluminado y absorto por algún libro de historia universal, quizás, de filosofía, ilustrado con pinturas de la época, fotografías de mujeres y hombres en las cimas del poder, la madurez, la lucidez o la gloria. Esa posición en la silla, sin dolor, sin hambre ni mujer, me trae de golpe la ansiedad al cuerpo a cada que comienzo una línea de un texto literario al advertir que el texto está en otro lugar que no es un libro y que yo y mi pesadumbre estamos frente a un objeto que no es un escritorio. Manías mías.

Me explico el suceso: mi vida requiere (mi yo hedonista) de esos pequeños placeres. No. Placer es una palabra que lleva (para mi mala educación maternal) una connotación de culpa y de castigo, otro pequeño problema. Felicidad se presta más para la ocasión y, en una terraza, charlando con algún amigo, digo que esa imagen es uno de los atractores (botones de placer, dijera Ulises) de esta ecuación en derivadas parciales que es mi entendimiento después de medianoche.

Recuerdo que en esa posición tengo felicidad y compro libros. Abro alguno, le huelo, y siento necesidad de poseer. Allí tengo paz. Lo supe desde los 14 años y ello era lo que me movía a salir de la cama los sábados antes de que todos en casa despertaran. La enciclopedia que papá compró después de tantos ruegos era el objetivo y sufría sobremanera cuando leerla era más soportar el sueño que sentir placer. Habrá estado sinuoso el camino que me ha traído desde allá hasta aquí para que el estudio sea un fin en sí mismo… y además se disfrute.

Si mi ser, mis motivos, se explicaran así, mi vida sería un telar apretado en dibujos y la imagen que describo, uno de los hilos multicolores más vistosos. Pero (el pero que siempre hace temblar, el que devela lo desconocido, el que te hace ver que en realidad temes a lo que desconoces, como todos, como siempre) no quiero que una virtud, una ‘personalidad’ defina mi vida. Hay algo más, lo sé… ¿qué es?

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