Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



15 sept 2011

Dos miedos

La mañana de hoy me mantuvo orgulloso, de ser dedicado, de tomarme mi oficio y (en algunos casos) la vida en serio. Además, pensaba para mis adentros, soy capaz (necesito de) algo distinto y adicional a mi quehacer, entiéndase, participar de una clase de letras. Por gusto... sí, sí. Por afición y empatía... ¡también! Pero mi idea de madurez va ligada a la de la responsabilidad en el siguiente sentido: huir de las responsabilidades, cuando deben tomarse, es inmaduro. Hoy caí en un bache. Me acostumbré (vicios que traigo de la universidad) a mirar sin perturbar, a ser espectador, observador, cómodo en mi sillón... sin perturbar, sin entrar en acción, sin tomar la palabra. Hoy caí en la cuenta de ello, vivir así es como no existir.

Por otro lado, otro error es considerar la enseñanza dentro de una especie de escolástica, en primer plano: pongan al profesor enfrente (la autoridad) y déjenlo hablar, veremos qué se nos pega. Esta actitud está muy de acuerdo a lo anterior, es también otro estado de confort.

Hurgando en este hormiguero llegué al fondo: el miedo. Hablar, opinar, participar de las discusiones es tomar una responsabilidad... ¡Ja!, y yo que me sentía maduro, creyendo no tener empacho en tomar responsabilidades. Hay cosas, como ésta, en la que no.

Sin embargo, no fue todo, entendí aún más: mi miedo a equivocarme, la necesidad de hacer bien las cosas y a la primera... una suerte de 'síndrome del hermano mayor'... un ser exigente conmigo mismo, un ser duro para sí cuando uno se equivoca. Es por ello que me cuesta el curso de inglés, que me causó problemas el alemán... No alcanzaba a comprender que hay que ensuciarse las manos, brincar más alto... ¡aún más!

Pensamos: 'de ésto se trata, de buscarse a sí mismo... y hallarse', uno sólo es la Atenea desde el propio cerebro... naciendo a cada rato de uno mismo. Y estoy sorprendido (porque la vida misma es compleja, maravillosa, sorprendente). Es cierto, vaya que hay situaciones que a uno se le salen de las manos (mi necesidad de aprehensión en algunos casos, es otro mal), mas basta aventarse al agua para aprender a nadar... ahora es claro... ¡estoy alegre! Y se debe tener prisa, porque, decía Jaimito, "la eternidad se nos acaba".

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