Punzadas en la cabeza, el sueño en su lata ya destapada y vaciándose sobre el mantel. El diario vacío, incapacidad para escribir a esta hora de la noche. Lunares de piel visibles como manchas en mi ánimo. Desespero. De familias disfuncionales, discusiones dolorosas (de las que hacen llorar) están llenos los pensamientos de esta tarde, poniéndome una parte negra de mi pasado en la frente, allí, junto al cristal del coche que me ha traído a casa. No sé si vivo en un mundo de juguete, si me inventé los ideales que persigo, si alguien con toda la intención (la mala intención: un padre, un libro, mamá o los hermanos... no lo sé) me dejaron ideas estúpidas bajo la almohada y más estúpido yo las soñé. Fracaso de las relaciones humanas, de la sana discusión, sepultura de la idea y la palabra: la riña, pisadas con lodo sobre el cariño y el amor. Sueno cursi, me causa asco, desespero. Desespero. Desespero. Es tan fácil querer, ¿cuál es el problema? ¿Los egos?, ¿el orgullo?... ¿por qué me puso al borde de las lágrimas un problema de otro? ¿por qué traigo en la memoria esta porquería, por qué aún recuerdo?, ¿por la lejanía?, ¿por mi ausencia de raíces? Compasión: "el secreto de su etimología ilumina la palabra con otra luz y le da un significado más amplio: tener compasión significa saber vivir con otro su desgracia", escribe Kundera*, ¿es compasión?, ¿imágenes en mi propia vida? ¡Con una chingada!... ¿por qué todo ésto me hace sufrir?
* M. Kundera. La insoportable levedad del ser.
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