Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



27 mar 2013

Carne de res

Anoche volví a soñar mi corazón. Pienso en que no sé qué significa... en mi vida, para mi vida, quiero decir. La primera vez, cuando el cuento de El desengaño, soñé un corazón gigante, latiendo frente a mí, enorme como una vaca... yo tomaba conciencia de que era el mío, me palpaba el pecho y la inconsistencia de su tamaño pasaba inadvertida al saber que un agujero grande, con sangre seca en las orillas de mi piel, me atravezaba por completo. 

Aquella mañana, cuando recordé el sueño, sabía que algún pesar había en mí, muy grande, como para querer quitarlo de mis entrañas de un jalón... mi mente había entendido que los pesares están en el vital órgano y me había imaginado sin él, porque al verlo fuera de mí yo no sentía dolor.

Una metáfora en un sueño, que lo convertía en pesadilla. Una pesadilla a la que le pinté ojos, pies y manos e intenté convertir en cuento.

Anoche todo fue más material, menos sentimental... fue muy, ¿cómo decirlo?, más carne de res. Recostado en algún lugar (ante la sorpresa, el lugar era donde menos había que poner atención), una mujer delgada, de piel clara y de rasgos finos, lo sacaba de mi pecho... tengo la vaga impresión de que se trataba de algún hospital. Lo sacaba de mí, pendían de él ¿las arterias?, como cables de una bocina y yo era consciente de todo el proceso. Yo miraba y callaba, advertía el cuidado con el que procedía la mujer de manos finas y miraba alrededor, muy cerca de ese pedazo de carne, si no había "algo", lo que fuera, que lo lastimara.

Me causó una impresión muy grande saberme con el corazón ahí, afuera, y comprender que en ese instante mi vida (todo, todo lo que puede para uno significar la vida) era extremadamente frágil. Bastaba cualquier error, cualquier daño, para que muriera. Curiosamente, yo guardaba la calma y confiaba en la paciencia de esa mujer.

Luego volvió a guardármelo en el pecho, de algún modo, pero lo había devuelto mal. Ya dentro de mí, yo sentía cómo había desconectado algo, lo había vuelto a conectar mal y mi sangre manaba por el error. ¿Cómo era consciente de ello?, sentía algo caliente que se me escurría por dentro y me inflaba, ligeramente, el pecho. 

Guardé la calma, como lo he hecho las 2 veces que he vivido un terremoto fuerte y actué. Me tocaba el pecho, palpaba la herida por donde había sido todo el procedimiento y sentí terror al verla cicatrizada. Trataba de abrírmela, de nuevo, con las uñas... pero sabía que un día antes me las había cortado, por higiene... me arrepentía de ello. Clamé ayuda de la mujer... y ella, mirada de mármol, inexpresiva, no se movía siquiera. 

Desperté, eran poco más de las 4 de la mañana. La primera reacción fue tocarme el pecho: todo estaba normal, mi señor corazón latía fuerte. Lo único extraño fue sentir, ahí, muy adentro, un pequeño dolor... una especie de cortada de dedo, pero en el corazón.

No pude volver a dormir y desde entonces estoy despierto. Antes de relatar que el suceso fue tan horrible como para hacerlo cuento, siento necesidad de escribir: "la vida es frágil".

Luego me asiste la mente racional: quizás los infartos del personaje principal de la película de la tarde, quizás el haber hablado de mi primer cuento, puede que una especie de tristeza profunda. No sé.

¿Qué le dicen a uno, acerca de sí mismo, los sueños?

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