Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



6 oct 2013

"Somos gente seria"


Despierto en domingo, muy temprano, antes que todos, se abren los libros, la enciclopedia recién adquirida (una imagen particular en el tomo de química, o el de historia, quizás el de literatura, junto a la puerta que mira al patio, que tiene el arriate, que tiene un limonero y limones verdes), se escucha la primera luz del día, del silencio en las calles, del asfalto quizás recién mojado, de este inicio grisáceo-azulado de domingo, del terreno baldío frente a la casa, tras las ventanas que casi son todo el muro, de mis 15 o 16, quizás 17 años.

Mi madre era la primera en despertar, porque su hijo estaba ya despierto y había que desayunar. Siempre lamenté hacer un ruido de más: un rechinar fuerte de la cama, quejido de la madera, ruido de la puerta. Me gustaba la sensación de seguridad a las 7 de la mañana, del sueño de mis padres y mis hermanos, actitud que he tenido siempre a quien he querido: vivir, permanecer, ser sin molestar, hacerme sin perturbar, velar un sueño... o varios. 

Ah, el "antes de irme de casa".

Y luego la vida fuera, las maletas y las ligeras cargas (unas mudas de ropa, unos libros, el despertador)... y la pesada carga de emociones. Vuelvo al aquí, al ahora: ¿en qué momento me extravié?, ¿cuándo dejé de ser yo mismo?

Las explicaciones tornan desde la nobleza hasta la falta de cariño. Dejé pasar a la gente con lodo en las botas a la casa de mi espíritu y se me dijo que vivía sucio. Me dijeron algo que yo no era y les creí. Quizás me haya dejado sin consuelo, sin una raíz o lugar propio, la separación de mis padres. Quizás hay mucho qué superar. Aunque aún no tengo claro qué hacer (receta de cocina, algoritmo, procedimiento a seguir), he vuelto a encontrarme a mí mismo. Fotografía del muchacho cargado de sueños, todavía vive en mí. Fortaleza antes que melancolía, determinación antes que compasión. Los años no pasan en vano.

Dicho en tono de broma (a medias), el señor que es mi amigo y otro señor, yo, decíamos: "somos gente seria". Yo era una persona seria, más que ahora. Árbol a cuyo tallo hay que amarrarle una varilla para que crezca derecho hacia el sol, uno requiere disciplina, trabajo, otra vez determinación.

Necesito seguirme viendo al espejo.

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