Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



4 may 2014

Instrucciones para adivinar el futuro


Arguya algún plan para llevar a su mujer al dormitorio. Bésela cariñosamente. Trátela con cuidado, que aunque fuerte, es frágil y en ello también radica su belleza. Abrazos mediante, condúzcala a la orilla de la cama, guíe su mano hasta que ella se siente sobre la cama. Aleje sus largos cabellos de su espalda para no tirar de ellos cuando la acueste suavemente. Sonríale, contémplele la luz en los ojos (los ojos claros de su mujer, las pestañas enormes en las que piensa, cuando las ve, que podría colgarse).

Sin que lo adivine, retire de su abdomen la ropa, descúbrale la piel alrededor del ombligo sin desnudarle. Bese su vientre, acarícielo, sople la superficie y ponga sobre de ella su oreja, el sentido del oído. Cierre los ojos... y escuche. Recostado sobre la cama, junto a ella, la cabeza sobre su vientre, escuche. Sólo escuche.

Las voces de sus hijos, que también son los de ella, germen del amor y toda la fe, no tardarán en llegar. Hable con ellos, pregúnteles. ¿Qué les depara el futuro?

Vuélvase a sí mismo y piense, piense en lo que le han dicho sus hijos. ¿Algo no está tan bien? Entonces reconstrúyase, para usted, con usted, junto a su mujer, con ella y para ella. Permítase una pausa en su vida y escuche el vientre de su mujer. Escúchelo de verdad y piense. Eche mano de todo su amor y actúe.

Es fácil adivinar el futuro.

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