Tengo sueño: dos palabras que se repiten como claxon de carro en mi cabeza a cada que despego los ojos del libro. Los ojos empiezan a hincharse, a cerrarse así más gruesos. Le sigue un suspiro, un reclamo del cuerpo... ¿Cómo es que ahí hace sol y aquí yo debo encender la lámpara del escritorio? ¿Cómo es que en el muro que divide la vigilia del sueño uno no sabe qué lado es cuál? Llegan sueños etéreos en sus barcas de cartón, pendiendo de hilos de seda, esperanzas colgando de un hilo, la mano de la realidad los sostiene, mano de agua, gotas de agua callendo desde abajo hacia el techo, fondo del estanque negro, el reflejo de ella: narciso escuchando el llanto, alarido de recién nacido, grito de gato en la otra acera, suspiro de hombre viejo, oscuridad derramada sobre la azotea... Ahí hace sol, el que refleja la luna, aquí yo debo encender mi lámpara.
¿Dónde estoy, entonces?, ¿cómo estoy?, ¿qué soy? diluido en humo de tabaco, hecho ácido negro en un café... y, otra vez, ¡tengo sueño! Cada minuto un cadáver del trozo de realidad que yo traía en hombros. Me pesa la ropa, me estorba el cabello (¡qué ternura!, ahora pienso en sus cabellos). No soporto el peso de la realidad: la suelto, la veo alejarse en la ventana, bailar bajo las saetas de lluvia, me abandono al sueño. Ahí, el perro con trompa de alcatraz, con dientes en los ojos, dientes que se hincan en mi mano y que me regresan a este mi lugar, a la luz de la lámpara-farol, en casa. Despierto. Qué hermosa sería esta última acción junto de ella.
Y así despierto vuelvo a soñar, con los ojos bien abiertos, para que cuando los párpados caigan de nuevo, del otro lado del muro de la vigilia esté ella, única manera de tenerla, así, aquí... y no como ahora, tan lejos.
Memoria
Estoy aquí, en la casa, a solas.
Aquí están los muebles, el aire, los ruidos.
Tengo un sentimiento tan transparente
como el vidrio de una ventana.
Es como la ventana enq ue miraba la nieve al amanecer,
hace muchos años, cuando era niño,
y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.
Es un deseo en calma, como la tarde.
Es estar como están todas las cosas.
Tener mi sitio como todo lo que está en la casa.
Perdurar el tiempo que sea, como las cosas.
No ser más ni mejor que ellas.
Sólo ser, en medio de mi vida,
parte del silencio de todas las cosas.
(Carlos Montemayor)
Estoy aquí, en la casa, a solas.
Aquí están los muebles, el aire, los ruidos.
Tengo un sentimiento tan transparente
como el vidrio de una ventana.
Es como la ventana enq ue miraba la nieve al amanecer,
hace muchos años, cuando era niño,
y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.
Es un deseo en calma, como la tarde.
Es estar como están todas las cosas.
Tener mi sitio como todo lo que está en la casa.
Perdurar el tiempo que sea, como las cosas.
No ser más ni mejor que ellas.
Sólo ser, en medio de mi vida,
parte del silencio de todas las cosas.
(Carlos Montemayor)
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