Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



29 may 2011

Recuerde: ponga atención a los adjetivos*

Esta libertad (la paulatina posesión de retazos de las riendas de mi vida) me ha dado seguridad y he andado por estos caminos con paso firme. A cada día que pasa volando, a cada sombra de sus alas que puedo verle, es más claro el objetivo y voy poniendo menos atención en los obstáculos (esto es, no más de la que merecen). Mis fuerzas están dedicadas, pues, la mayor parte del tiempo a lograr los adjetivos que califican mi persona y enriquecen (fortalecen) mi alma.

Entonces, uno deja de sentirse vulnerable a ratos (aquí la primera exageración) y se pone en modo "automático". Uno cree tener el control, mantener el orden, hasta que (paso firme, riendas en mano) se mira en tus ojos. Y es que había olvidado cómo tu silueta, el contorno dibujado a lápiz de tu cuello, la intimidante sonrisa y ese soberbio deambular de tus cabellos de espiral en el viento, le hacen a uno padecer.

Padecer, la palabra constante. Padecer, no porque la belleza, en tanto un placer estético, duela en alguna parte de la propia carne... o porque la finura y ternura de tus manos le provoquen a uno un retortijón en la parte izquierda del abdomen. No. Padecer, porque compañía de mujer es lo que me hace falta y el universo de tu mente, de tus palabras, de tu andar y hasta la sombra de la costilla que llevas de más (la que, cuentan, a mí me quitaron al inicio de los tiempos) puede llenar, por demás, el vacío en el pecho y puede calmar la inquietud en el alma. Padecer la ausencia de la Mujer (con mayúscula) que eres; porque una delgada línea es la frontera entre tenerte, siendo de tí, y estar entre tu indiferencia por las demás gentes de la ciudad. Padecer mi calidad de extranjero, vaya. Inquietud dado el padecimiento de mi palma derecha en tu cuello-hombro, el de tu mano cuando la retiras.

Para tí lleva mi vida muchos adjetivos en los que hay que poner atención; para mí tiene tu ser bastantes verbos. No obstante, todo aquello de lo que te despojas las tardes en que coincidimos, aquello que permites se quede conmigo, el corazón (tenía que usar la palabra, nombrarle) lamenta no ser (quisiera usar el 'todavía') tu pareja.

Y con todo ello me voy a la cama, pensando en que de esta ciudad (si todo sale bien) debo irme. Me llevaré, pues, el rostro tuyo a donde vaya, para ponerlo en medio de mi realidad de girasol (como dice Pessoa), para hurgarte en mi memoria, para que estés conmigo.

Pero todo esto es temporal. Son las impresiones que me deja verte. El tiempo ha de pasar y a partir de mañana, después de la ducha fría, comenzará la erosión del tiempo. Sabines hablaba de una semana para prenderle fuego a todas estas palabras de amor, para este caso yo necesito dos días. "Ojos que no ven, corazón que no siente"... y seguiremos siendo amigos, pero en cuanto a los sentimentalismos sucederá lo de siempre contigo: te olvidaré.

*A propósito de mi nueva y tan anhelada pluma fuente, del Cuaderno de dramas y exageraciones y los amores "bonito recuerdo" (es decir, obsoletos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escriba aquí sus opiniones.