Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



22 sept 2013

Cielo de otoño para un papalote

Hoy inicia el otoño, la estación del año más hermosa. Cielos grises, hojas secas de colores, meciéndose en sus ramas o perdidas al viento... matices variados en las calles, las plazas, los edificios, jardines, las terrazas... Y tengo mucho qué contar, imágenes qué evocar: la avenida San Fernando, mi soledad y el café en el Centro de Tlalpan, los libros de Miguel Ángel de Quevedo, el fútbol de la infancia en los campos de Sarabia, los días de campo con papá en Tenam, las comidas en el pasto de Ciudad Universitaria, un "te quiero" en las hojas bicolores de los árboles al entrar a la Facultad de Ciencias, el viento fuerte en el barrio La Cueva en Comitán, el llano de Nicalococ y los paseos con mi hermano, la Herradura antes de que se poblara... el último y enorme papalote que llevé a volar con un batallón de niños en La Candelaria... La avenida 5 de Mayo (ah, ese café con leche), el brazo de mujer con el que quise recorrerla y que nunca llegó... El callejón El Tecolote y su olor a vida nueva. La Colonia Hidalgo, mi casa de detrás de El Bosque, la piedra volcánica, los caminos largos, las hojas de colores. Las hojas de colores. El viento y las hojas de colores. 

Siempre ha venido hacia mí el otoño con algo nuevo, con algo bueno. Siempre me ha querido este sonriente otoño. Hoy inicia uno nuevo.

Bienvenido, otoño de mis 28 años. Te abro la puerta como cuando llegaba a casa mi abuela, con la misma alegría, las inquietudes de siempre: ¡quién sabe desde donde has venido?, ¡mira cómo te ves!, ¿sientes tú esos tus olores? Déjame notar lo que traes de distinto. ¿Traes algo para mí, precioso otoño?, ¿harás llover como tanto nos gusta? ¿Qué me vas a regalar en octubre?, ¿qué cosas sencillas y bellas dejarás, esta vez, en mi vida? 

¿Con qué cosas buenas me ayudarás a comenzar otra vez? Siéntate aquí conmigo, vamos a ver el agua y sus gotas aplastadas en la ventana... vamos a beber chocolate, vamos a beber café. ¿Quieres? Vamos a caminar, que se pongan a crujir bajo nuestros pasos las hojas que tiraste. Vamos a respirar el color, a cerrar los ojos y a dejarse ir.

Particularmente hoy, que amanecí con ganas de ser feliz, te digo (me digo): ¡qué bueno que ya llegaste!  

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