Enero 13, 2013. 6:22 hrs.
No puedo explicar el montón de sentimientos que me causa caminar la avenida 5 de mayo de madrugada. Una mañana de bellos sentimientos, difíciles de desenredar. Les dejo así, ahí, porque así tienen forma. Si pudiera (y quisiera, quizás ni me interesa querer) separarlos en piezas, cada uno sería fugaz: sustancia, como descomponer agua en oxígeno e hidrógeno ("aparte chivo y aparte carnero", dice mamá), despedazar en células un insecto (¡qué exagerado!).
Bellos recuerdos: las luces y las sombras después de salir del cine, de madrugada. El cine en que El Jarocho trabajaba y nos dejaba mirar la revisión de las películas antes de la Première... ¡y gratis! Las caminatas entre bromas y amigos antes de llegar a la casona vieja (llena de chinches y cayéndose los muros a pedazos pequeños) en que vivíamos. Los casi dos años que no estudiaba (no del todo) y apenas sobrevivía en la Universidad. Mugres años.
Ante la situación actual, mejor que la de esos días, los recuerdos tienen otro color. Saben mejor. Se honra las enseñanzas que me dejaron . Uno agradece a todo ese sufrimiento que le ha forjado (y le sigue forjando), le guarda respeto... y es como otro modo de quererse a sí mismo, porque se mira con cariño hacia atrás el propio tiempo (uno es éso: tiempo, su tiempo), "un tiempo mío entre todos mis tiempos".*
Hoy, sólo hoy, que recorro esta calle, me recorro en 2 tiempos distintos: la más real y palpable posibilidad de [aquí una meta que no se dice] (el siguiente paso-peldaño-muro) y la inimaginable partida de antes de la Ciudad. Sólo debo [...] para mostrar decisión... y todo vendrá con ello. No sé bien a bien cómo le haré, pero es algo que he querido desde los 14 o 15 años, hace más de 10 (en parte, ahora lo sé, no tenía conciencia de lo que yo quería, y lo sigo queriendo).
Cuando salí de casa, papá no quería dejarme ir: veía venir sufrimiento, pesar... No se equivocó, pero no me arrepiento ni una pizca. Ahora, que de nuevo quiero irme, sucede lo mismo. Sin embargo, tengo la certeza de que papá no se equivocará esta vez tampoco. Todo es más real (sí, "real" creo que es la palabra apropiada). Mamá me alentó la primera vez sin vacilar, hoy de nuevo lo hace, pero ya no con la misma convicción. El tiempo que todo lo cambia, que lleva a cada cosa a su lugar, autoorganiza, lleva el sistema al equilibrio, acomoda, como idea aristotélica: lleva a los objetos a la tierra (les da realidad) porque allí es su lugar natural.
(Como siempre, me perdí en los pensamientos. Pisé la piedra en el río y me hundí).
Hay mucho qué pensar, viajando como filósofo** por 5 de mayo, mucho qué considerar desde que me amanece. A diferencia de otras veces, siento (de sentir, no de pensar) que no hay que darle tantas vueltas al asunto: siempre he perseguido esas "ideas locas" que me han hecho deambular por el país. "Confieso que he vivido" y quiero seguir así: vivir, que me he pasado la vida (a ratos se me ha pasado la vida) pensando.
Bien vale la pena irse levantando a caminar, para vivir (es lo correcto, según Thoreau); levantarse a vivir para, en particular, poder escribir.
Voy persiguiendo un Sol.
* Jaime Sabines, Prólogo.
** "El filósofo viaja a pie". Pitágoras.
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