Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



10 abr 2010

Ella, amaba su propia voz


Mírala, ahí, tan bella, dueña de su tiempo, de mis ojos, de sí... ¡Quién hubiera de poseer su imagen! Lejos, esbelta, sin su mirada, intocable, lejos, así. Lejos su aire, su nariz afilada, bella y lejana la libertad de sus blancos pies.

No ha de mirarme, digno no soy de tal milagro... toque de ojos, beso tangencial el de sus ojos, caricia, pellizco veloz... dicha que jamás caerá sobre mí. Sobre mí, nada desea saber sobre mí... Y yo, un retrato de su aire quiero para mí, de su aire sin ella, sin tocarla... que lo primero que se prohibe a los mortales es mirar a la ninfa que habla para sí misma, Eco, ¿quién más podría ser ella ahí?

Los árboles la cobijan bajo su sombra, ni el sol es digno de tocarla. ¿Yo?, he de olvidarla después de este mi último café de la mañana.

Gto., Gto. Noviembre 27, 2009.


Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul…!

Pasó con su madre. Volvió la cabeza;
¡me clavó muy hondo su mirada azul!

Quedé como en éxtasis …Con febril premura,
"¡Síguela!", gritaron cuerpo y alma al par.

Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar!

Amado Nervo

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