Cada día que pasa sin lograr que me quiera
es un día perdido.
¡Oh Señor, no permitas por piedad que me muera
sin que me haya querido!
Porque entonces mi espíritu,
con su sed no saciada,
con su anhelo voraz,
errará dando tumbos por la noche estrellada,
como pájaro loco,
sin alivio ni paz.
*Amado Nervo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba aquí sus opiniones.