Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



4 sept 2012

Horizontes

Homología Simplicial y Singular; la Teoría K algebraica y el misterio de sus grupos superiores; las Pilas Algebraicas, el seminario que más me cuesta seguir... espacios algebraicos y "Stacks" de Artin; la monótona Variable Compleja y una balbuceada Teoría de Galois Infinita en Teoría de Números Algebraicos y Campos de Clase. Cómo se me limita en las clases de Cálculo III en las que apoyo. La promesa de la Teoría de Intersección y mucho trabajo. Cómo me perseguía hoy, para regañarme, la maestra de Inglés. Mi alemán una vez más aplazado y su polvo de "encimita". Dejé de perseguir con los ojos las líneas de los libros de literatura, las novelas y los ensayos... apenas me senté de nuevo a escribir. Una casa ordenada en su mayoría (o a medias), pero con lavadora nueva... la ropa limpia, las sábanas aún sin secarse por completo. Mi paciencia ante esta mesa en que escribo y la madera del mueble de la ropa llena de ejemplos de curvas algebraicas y una que otra álgebra de generación finita sobre el campo k. Una taza de café, la tregua del martes por la noche y su soledad: tiempo para que el cabrón cerebro se ponga a pensar. 

Eduardo Galeano había sido ponente en una plática en la que uno de sus compañeros daba su propia acepción a la palabra "utopía": el horizonte que se aleja en la misma medida en que uno camina hacia él, que siempre se mantiene lejano, a la misma distancia pese al mucho andar... que sirve para ello: como dirección para andar. Tengo un ideal de vida, una barra alta qué saltar, que me encamina (para éso sirven los horizontes, decía, para saber hacia dónde caminar). 

Todo va hacia algún lado con buena velocidad, la velocidad que lleva a las metas de uno. Pero las treguas son malas y hoy he vuelto a pensar en éso que le hace a uno escribir: siento un vacío que no comprendo como para poderlo llenar. No es Dios, no es inconformidad ante el trabajo o la escuela ni dolor físico. El dinero no ha sido nunca un fin, ha sido un medio, y no hace falta ahora. Cavilo un poco: me hace falta una alegría, quizás, vuelta a la carne para el corazón de este hombre de palo... o de oro, como en las leyendas mayas, de mundano barro.

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