Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



21 nov 2012

Corazón amarillo

Me siento triste y bastante sólo. La vida transcurriendo sus caminos alrededor mío. Estatua en la glorieta, con la caca de las palomas, pero sin sus alas, miro pasar la gente que tiene una vida, una ilusión, un anhelo. Melancolía del color de pasto que no tengo a los pies, frío matinal o de noviembre, de atardecer temprano o del magenta cielo, la tristeza viene y se posa, se da el lujo de cambiar de color como las luces en las fiestas o los escenarios.... me deja el corazón con hepatitis (enfermo con mal de hígado), amarillo. 

Autos con las luces encendidas por la noche, personas bajando de los camiones para la cena en sus casas (los esperan sus hijos o su mujer, yo no sé, el perro o el televisor, la ducha o los libros, yo no sé... siempre lo imagino). Yo, herrumbre turquesa sobre mí, hecho de cobre... inmóvil... frío. Quiero mi corazón de carne, rojo, fuerte, palpitante, intranquilo... lleno de una idea feliz, de satisfacción, amor... cariño. Los mayas me dijeron que debía ser un músculo, para mostrar gratitud... yo lo quisiera para hacer algo grande con la vida.

Las gentes se irán a dormir. Las luces se apagan. Un mierda gato me utiliza. Silencio, negro de oculto sol, dolido. ¡Que amanezca!, quiero de nuevo la ilusión con la que vine, las calles limpias de todas las mañanas, el café, los ánimos de la primera hora del día. Quiero ser pan recién horneado y no estatua, quiero se me desprenda un aroma, no hojas secas. Aún tengo esta mente lúcida y esta fortaleza... que se desprendan mis pies de esta lápida.

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