Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



30 mar 2010

De la contemplación y el refinamiento

Gusto mucho de contemplar las cosas del mundo que soy capaz de concebir. Lo curioso comienza cuando se advierte que la contemplación también puede ser contemplada. Luego, los pensamientos van volcándose hacia la escritura (mi pobre escritura) y me da por recordar: en la secundaria o la preparatoria, las matemáticas eran para mí encontrar el valor de la incógnita, resolver integrales... ¡qué triste! Ésa tristeza llegó solamente junto con los días de la universidad, al advertir que hay muchísimo, muchísimo más. Seguramente es así con la escritura: me da por contemplar y escribir como bruto, como bestia... y va siendo hora de estudiar. Puede que plasmar la contemplación sea algo importante (puede que no), pero no pasará de allí si no hay un estudio sistemático detrás. El contemplar no es una trama, no tiene contenido más que el que tendrían unas lindas cortinas, un jarrón con flores en la mesa del comedor: meramente adornos, artificios, pequeñas luces de colores sin el objeto, sin la forma. Esto lo advirtió Funes, el memorioso (de Borges), quien, si bien podía recordar hasta los mas mínimos detalles, probablemente no era capaz de razonar. Es tiempo de buscar el refinamiento (como en todas las cosas). Lo malo del asunto es que a veces (aquí quise decir: casi siempre), se me olvida.

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