De nuevo esta ansiedad que no me deja sentarme en paz. Y ahora es por este encierro de 10 días. La vida puede tornarse tan monótona, tan vacía, llena de trabajo (quizás, el poco que he hecho este tiempo) pero tan… vacía. Tan vacía. Cómo quiero que pase algo, que de verdad sane y pueda salir, que deje de hacer tanto calor, que alguno de estos bellos días en verdad me emocione el hecho de entrar a la maestría (porque no mueve ni una fibra sensible de mi corazón). Tal vez necesite amar a alguien, amar de verdad, enamorarme… pero casi siempre han despreciado mi corazón... quizás salir de la ciudad, tal vez visitar a papá o a mamá, escalar una montaña, recoger la bicicleta y perderme en ella, emprender un proyecto… no sé… Quiero volver a dar clases, quiero estar tan ocupado que no tenga tiempo ni de pensar siquiera, que me acepten en letras hispánicas, llevar un aburrido curso de maestría que ponga horario y un poco más de orden a mis días, quizás algún deporte, ¿por qué no el gimnasio?... Yo necesito salir de aquí… me estoy marchitando poco a poco y sin querer.
No tengo muchos medios al alcance, pero hay días (noches) en que no sé qué hacer con tanta fuerza en el corazón, en que no sé cómo emplear los ímpetus. Hay noches amargas en que tengo tantas ansias de salir a la calle, de pasármela descalzo y despeinado, de no usar los anteojos, de correr sin rumbo y hasta cansarme... noches en que tento tantas ganas de vivir... y no puedo.
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