Todos los días llegan y ahora yo debo regresar a la Ciudad. Comienza el drama que gusto en hacer (sólo hacia mí mismo, por supuesto) de cada cosa: estoy tranquilo, satisfecho, en paz. Siento que esto me ha engordado los ánimos, limpiado el polvo de encima del corazón... me ha dejado nuevas promesas, escrita en tinta café y en un cuaderno la última parte de esta primavera.
Creo cargar ahora con más estrellas que fantasmas.
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