Yo debí florecerle en el vientre a mi madre con una hoja caída en el otoño. Una tras otra pasan ante mí todas (quiero pensar) las tardes de sol frente a la yerba a medio morir, entre las hojas secas. Y de verdad que extraño las sensaciones en los llanos de Comitán, entre bracitos del Grijalva que lo irrigan. Extraño ir a buena velocidad sobre la carretera que lleva a Ocosingo, su follaje muy denso y su gris oscuro de lluvia reciente. Extraño esa luna de Octubre en Comitán.
Esta tarde no resistí a enmarcar la fotografía de la niña de Tailandia que me recuerda a mi hermanita. ¿Por qué no lo hice con la foto suya? Debería ser un halago mayor decirle, decirte, Almita chula, niña de mis ojos, que no sólo las fotografías en las que aparece tu rostro me hacen pensar en tí y en Comitán.
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