Cuaderno de sentimientos diabólicos
varios, propios y ajenos,
en este constante pedalear por la vida...



23 jul 2012

Quince horas (el yugo del orden)

Un camión y muchos kilómetros de carretera... un par de asientos y dos hermanos. Mucho tiempo, insomnio producido por la incomodidad de un viaje largo... árboles, campos, lunas, ramas y estaciones de carga, tráilers y sitios de comida, asfalto, polvo y cielos de distintos colores, nubes con varias formas... la mente a sus anchas.

Pienso en el orden que impone una persona con sus objetos, en cómo en algún momento de mi vida (sí, siento vergüenza al admitirlo) me puso nervioso que alguien perturbara el orden de mis cosas. Pienso en ello porque tengo a mi lado a Diego, medio dormido, casi sobre mí, con la mochila, la maleta, los suéteres y la comida, desordenados... y no me molesta nada en absoluto. Me alegra que ahora sienta paz. Pienso en que la distancia que hubo entre Diego y yo ya no existe y me alegro tanto. Satisface darse cuenta de cómo las cosas buenas que uno siembra, dan frutos que tarde o temprano llegan a la mesa de uno.

Sonrío. Me propongo dormir. Aún falta mucho trecho para llegar a la Ciudad de México.

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